Estamos envueltos en consignas de lo políticamente correcto, hoy más que nunca debemos ir con pies de plomo para utilizar un lenguaje no sexista, no racista, no homófobo, ecologista,… y sin embargo no dejamos de ver como conductas de este tipo nos rodean. Acabo de terminar un curso presencial sobre Lenguaje Igualitario en la Administración, un lenguaje que evite dar todo el protagonismo al hombre, en el que cada vez más tengan visibilidad las mujeres, ese 50% de la población que rara vez aparece cuando se habla de niños, electores o trabajadores.
En el aula se creó un interesante debate sobre si es o no correcto repetir hasta el cansancio «niños y niñas», «diputados y diputadas», «todos y todas»,… ¿No resulta obvio que el masculino genérico engloba a los dos sexos? La Real Academia Española así lo indica y sin embargo está demostrado que a fuerza de reiterar expresiones estas acaban calando en nuestro subconsciente colectivo. No es cuestión de complicar el lenguaje sino de entender que las mujeres también existen.

En Morelia, México
Como muestra un botón: En mi reciente viaje a México, pude escuchar en la plaza central de Morelia a una jovencísima campesina indígena arengando a la multitud ante la explotación de los campesinos en Michoacán. Ella hablaba de los sacrificios de los hombres del campo, de los compañeros, de los trabajadores,… e instintivamente me llamó la atención que no pronunciara en ningún momento las palabras compañeras, campesinas o trabajadoras. Sinceramente lo eché de menos ¿dónde estaban todas esas mujeres explotadas por su doble condición: campesinas indígenas y mujeres? La joven activista las englobaba en el masculino genérico sin saber que con ello las estaba volviendo invisibles.
El esfuerzo de instituciones educativas y gubernamentales en España insistiendo machaconamente en desdoblar a los sujetos me había calado sin darme cuenta y pude comprobar la ya antigua afirmación feminista «De lo que no se habla no existe».
A muchos y muchas nos podrá resultar excesivo el artículo 41 de la Constitución de la República bolivariana de Venezuela: «Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas …«.
Otros recientes ejemplos son la propuesta de un partido político español de modificar el rótulo del Congreso de los Diputados, dejándolo solo en «Congreso» o la iniciativa de algunos ayuntamientos de cambiar las luces de los semáforos por figuras de hombres y mujeres (aunque eso de poner a un muñeco con faldita y otro con pantalón también puede ser discutible si hablamos de simbología sexista).
Pero ¿no es cierto que a fuerza de costumbre vemos cada vez con mayor naturalidad hablar de «ellos y ellas», «alumnos y alumnas», «funcionarios y funcionarias»?
Utilizar un lenguaje no sexista no garantiza una sociedad menos machista, pero pequeñas acciones hacen que la mentalidad vaya cambiando. ¿Estás de acuerdo o no deja de ser otra imposición más del sistema? Deja tu opinión en Comentarios, me encantará conocerla.
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ELENA, YO CREO QUE TODO LO QUE TRASLADAS EN TU ARTÍCULO, ES UN PROBLEMA EDUCACIONAL Y ESPAÑA COMO MÉXICO O VENEZUELA SOMOS PAÍSES CON UNA TRAYECTORIA MUY PRECARIA EN CUANTO A SIMILITUDES DE HOMBRE O MUJER. DESDE MI CRITERIO ESTAMOS EN UNA SOCIEDAD CON FALTA DE RESPETO Y EDUCACIÓN HACIA LOS DEMÁS. PERO FUNDAMENTALMENTE Y NO QUIERO SER CLASISTA ES UN PROBLEMA EDUCACIONAL COMO YA TE HE COMENTADO ANTERIORMENTE. LA BUENA EDUCACIÓN SE BASA EN EL RESPETO , Y ESO ES LO QUE ESTÁ FALLANDO. NO HAY QUE DARLE MÁS VUELTAS. CÓMO DECÍAN A NUESTROS PADRES LOS QUE NOS HA EDUCADO, SIEMPRE HAY QUE MIRAR LA CEPA, PARA SABER CUAL ES EL MEJOR VINO. UN ABRAZO.
Así es Juan Carlos, comparto contigo a que todo se reduce a una cuestión de educación. Peeero ¿las formas no pueden ayudar a ir calando en esa sociedad tan necesitada de igualdad real?
Las mujeres no necesitan que se retuerza el lenguaje para hacerse notar. A mí, personalmente, él todos y todas me parece, además de incorrecto, cargante, y creo que no se le hace ningún favor a la mujer que, por cierto, es obviamente diferente del hombre, se mire como se mire. Tener derechos y deberes iguales, es otra historia, por la que hay que trabajar desde la infancia.
Gracias Luis por tu comentario, viniendo de un escritor es doblemente de agradecer.
Hola Elena tanto tiempo siempre leo lo que me mandas que me parece muy interesante. En este caso te voy a contestar porque en mi país con el cuentito de todas y todos y de presidente y presidenta que no deja de ser gramaticalmente incorrecto, se robaron el pais. Besos. Diana
¡Qué alegría Diana! Efectivamente, la insistencia de imponernos ciertos «cuentitos» hacen sospechar que lo que se pretende es desviar la atención de lo realmente importante. Mis más cariñosos saludos a Argentina y a la familia Storey.
Hola Elena ;te cuento lo que pienso de tu artículo creo que el lenguaje te atrapa,te presiona y te moldea ;y el no estar de acuerdo con ALGO te hace madurar a ambos lados del habla,si de eso se trata ,de madurar y ser sensible,permeable y entender -comprender que las sociedades,se hacen de a pares y aunque no LO NOMBREMOS a cada rato el Amor va a seguir existiendo y cobijándonos de a pares y multiplicándose.Lo dicho (escrito)va porque el título de tu artículo,es dificilísimo,es como encarar un plato de buena sopa con un tenedor
Saludos
Desde Argentina un fuerte abrazo
Alberto Q.
¡Genial Alberto! Solo puedo añadir una cosa a tu inteligente comentario: Gracias.
Hola Elena.
Una pregunta, ¿sabes si en las lenguas de nuestro entorno, desde las cooficiales al castellano en España hasta la de los diferentes países de Europa, usan sistemáticamente ambos géneros en su habla «políticamente correcto»?
Creo recordar que, por ejemplo, en Noruega, utilizan cada vez más un género neutro en su habla.
¡Hola Rafa!En otras lenguas donde no se diferencian los géneros, como el inglés, no tienen estos problemas. Pero me consta que con otras, como el catalán al igual que el castellano, están incorporando el desdoblamiento o buscan soluciones más generales como sustantivos metonímicos (la dirección, la redacción,..), sustituyen gentilicios por un lugar de origen (el pueblo argentino por los argentinos), genéricos universales (persona, gente, población, infancia,…) en definitiva, intentan usar todas las posibilidades que ofrece el lenguaje. No se si te he contestado.
Hola Elena, buen día.
«De lo que no se habla no existe» ¿Realmente consideras que esa afirmación es cierta? Me lo pregunto con referencia a los tabúes que aunque no hablados… sí existen.
No creo que decir todos y todas ayude a las mujeres como no acabó con la discrimicación llamar afroamericanos a los «negros».
Creo que lograr una sociedad más inclusiva implica que no hay hombres y mujeres… hay humanos; parecidos, nunca iguales… irremplazables por lo tanto valiosos.
Te comento: soy argentino. Acá hay muchas marchas por esa propuesta «ni una menos» Uno de los que encabezaba esas marchas era un asesino de mujeres.
Para el único que el lenguaje es un hecho es para Dios, los humanos, hombres y mujeres… podemos decir mucho… pero debemos ver que hacemos luego.
En fin, Elena, creo que no es un problema verbal sino de respeto.
Bien, ten un lindo fin de semana.
Alfredo.-
¡Wow Alfredo! Vaya comentario más acertado. Aunque habrás comprobado que en el artículo intento no «mojarme», comparto absolutamente todas tus palabras. Todo es cuestión de respeto y educación. Mil gracias por comentar.
Querida Elena. Como siempre, interesante artículo.Da para un gran debate. Ahí va mi aportación. Ignoro si es bueno o malo utilizar ambas formas de forma cotidiana, no obstante, a mi parecer, es poco efectivo. Comparto con otro de los comentarios la parte de la educación. El sistema educativo es obsoleto. Se sigue intentando adoctrinar a la infancia, cuando, a día de hoy, se les debería enseñar a pensar por su cuenta. La única forma de hacer cambios efectivos es arrancando la planta desde la raíz y plantar otra nueva. Mis respetos para tu audiencia. Juan Antonio.
¡Muchas gracias Juan Antonio! Un poco radical lo de arrancar la planta de raíz ¿no? Jaja, en serio, coincido en que es cuestión de educación. Seguro que tu hijo tendrá otra perspectiva. Te pongo un ejemplo: El otro día en un cumpleaños la mamá del agasajado comentó: «Los niños podéis elegir entre tarta o helado» y un crío de 4 años le preguntó extrañado: «Y las niñas también ¿verdad?». Los más jóvenes ya están incorporando ese lenguaje que a nosotros nos parece raro. Un petó!