Obama, el expresidente uruguayo José Mújica y hasta nuestro rey Felipe VI nos han dado recientes muestras de cómo el Protocolo se puede saltar, y hasta es conveniente hacerlo, si lo que queremos transmitir es cercanía.
Veamos algunos ejemplos:
Ya nos tiene acostumbrados el presidente de Estados Unidos a estos gestos que contribuyen a su imagen de proximidad a la vez que de cordial caballero, protegiendo a sus colaboradoras, mujeres, de la lluvia.
Esta relajación en las reglas del Protocolo tradicional parece que en época electoral se potencia. Nunca habíamos visto los españoles a un presidente dar más besos, ni menos políticos con corbata. Si no me falla la memoria, ni un solo aspirante a alguno de los cargos la llevaba, excepto en el patético paseo en bici con las candidatas madrileñas.
Gestos, vestimenta, (que dudo si se mantendrá pasadas las elecciones) que nos están dando información continua. La misma que conscientemente quiere enviarnos la nueva monarquía española. Se ha comentado cómo Felipe de Borbón y su esposa no dejan de demostrar ese acercamiento: salidas nocturnas al cine como una pareja normal, comunión de su hija mayor en el colegio junto a sus compañeros y esas sutiles actitudes como la de bajar 72 escalones para recibir a pie de calle al Presidente de la República Italiana.
Viene la era de eliminar barreras, pero esos gestos, esos cambios que estamos observando ¿son sinceros en todos los casos? Seguro que no, como también es casi seguro que nos enteraremos. La credibilidad de una persona o institución está en conseguir que todas las señales que emitan sean coherentes entre ellas y perduren en el tiempo. De modo que, más tarde o más temprano, acabamos sabiendo quien mentía y quien no.
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¡Nos vemos a la próxima!