En las últimas semanas no dejan de sorprendernos las noticias relacionadas con el uso de las banderas en lugares oficiales. Si hace poco veíamos como en ayuntamientos gallegos colocaban la bandera de la Comunidad Europea a media asta o directamente la quitaban de balcones y recintos en señal de protesta por el acuerdo alcanzado en relación con los refugiados, ahora hemos visto ondear la bandera republicana para conmemorar el aniversario de la proclamación de la II República española, algo que pasó hace «apenas» 85 años.
Los expertos se han puesto la manos a la cabeza, pero se temen que esto no ha quedado aquí, el mal uso de los símbolos oficiales va a seguir. Consciente de este fenómeno no puedo menos que hacer algunas reflexiones.
¿Qué sucedería si a algún alcalde nostálgico de la época franquista se le ocurriera colocar en el balcón del consistorio la bandera popularmente llamada «del aguilucho» para conmemorar el golpe de Estado capitaneado por el General Franco que dio lugar a la guerra civil el próximo 18 de Julio?
Muchos se rasgarían las vestiduras tachando la acción de anticonstitucional, provocadora y fuera de todo lugar. Pero tan aconstitucional es colgar la bandera franquista como la republicana y si añadimos que se realiza en una institución pública, la cosa es de escándalo. Al menos así le parece a cualquier ciudadano de cualquier país, menos el nuestro.
Y es que en España ya estamos curados de espanto, desde hace muchos años asistimos a la retirada de la bandera nacional en organismos oficiales del País Vasco o Cataluña, sin que sus dirigentes hagan el menor caso a las sentencias judiciales que obligan a lucir en lugares destacados la bandera nacional.
Lo que para un inglés, mexicano, estadounidense, venezolano (a pesar de los «añadidos» del régimen bolivariano) francés o de cualquier otro lugar le parece impensable, para la mayoría de los españoles no tiene gran importancia. Si hasta para celebrar las victorias de nuestra selección nacional de fútbol preferimos sacar a pasear la bandera con el toro de Osborne antes que la oficial…
¿No deberían inculcarnos desde los primeros cursos de preescolar el amor y el respeto a nuestra historia, hacia nuestros compatriotas con sus diferencias y costumbres, hacia una nación que nos pertenece a todos y de la que deberíamos sentirnos orgullosos? No es cuestión de ideología, la bandera de España pertenece a derechas e izquierdas, a catalanes, andaluces y asturianos, porque mientras sigamos perteneciendo al Reino de España, somos españoles, nos guste o no.
Observemos qué sucede en otros países de nuestro entorno a los que tanto miramos para otras cosas y dejemos en paz a las banderas que lo que hacen es representar a nuestro país, comunidad autónoma, ciudad o provincia, sin sesgos políticos ni segundas intenciones. Y sobre todo seamos cuidadosos con las astas oficiales, no deja de ser una peligrosa frivolidad colgar de ellas banderas que, aún con algún protagonismo en nuestra historia, no tienen nada que ver con nuestra realidad actual.
¿Te interesa el tema? Te dejo un enlace que nos cuenta más de esta última noticia relacionada con la conmemoración de la II República en el mágnífico blog de María de la Serna Protocolo a la Vista
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¡Hasta la próxima!