Anuncié la pasada semana que esta iba a hablarte desde York, una bonita ciudad inglesa que parece sacada de un cuento. El motivo, he viajado hasta aquí para despedirme, junto a mi hija, de Gran Bretaña y ayudarla en su mudanza. Ella, después de un año trabajando en un hospital inglés como enfermera, está de vuelta a casa.
Se trata de un post algo personal pero que quiero compartir contigo aunque no sea exactamente de comunicación ni protocolo. Pero pensándolo bien, ¿No todo es comunicación? Aprender a comunicarse en otro idioma, sumergirse en culturas diferentes es lo que están haciendo miles de jóvenes españoles que han tenido que salir de su país para ejercer una profesión que en España no pueden.
Para mi hija, como tantos chicos y chicas con brillantes expedientes académicos, la ventura de trabajar en el extranjero ha sido muy enriquecedora. Ella, como muchos de sus generación, no solo ha tenido la oportunidad de demostrar todo lo que aprendió, sino que ha supuesto una gran experiencia personal. Descubrir como, por ejemplo los británicos, poseen una exquisita educación que a los españoles y latinos nos suena hasta exagerada, comprobar que el inglés exige a su estado y funcionarios cosas que nosotros ni imaginaríamos y que sus derechos se protegen hasta el absurdo. Por poner un ejemplo, si un paciente de un hospital público en el Reino Unido se niega a tomar una medicación, aun confundido y sin tener sus plenas facultades mentales, está totalmente prohibido suministrárselo, aunque corra en peligro su salud.
El modo en que Gran Bretaña trata a sus pacientes podrá ser más o menos discutible, pero en lo que quiero poner el foco es en cómo estamos perdiendo a un amplísimo sector de nuestro futuro que hemos formado con mucho esfuerzo y dinero y del que se están aprovechando otros países.
Muchos profesionales sanitarios, como el caso de mi hija, han decidido a regresar a España convencidos de que nuestro sistema sanitario, aunque con grandes deficiencias, más en los últimos años, sigue siendo inmejorable, se niegan a rendirse ante un estado incapaz de ofrecer algo tan básico como un puesto de trabajo en aquello que dedicaron tantos años de estudio.
De vuelta a casa se encontrarán con las dificultades ya conocidas de grandes y modernos hospitales, inaugurados a bombo y platillo por los políticos de turno que están vacíos por falta de personal y medios. Sueldos de miseria en la sanidad privada que cada vez tiene más peso en el sistema público. Una clase política que en vez de solucionar las necesidades básicas de la población se la pasa discutiendo y acusándose sin llegar a acuerdos mínimos de gobierno,…
Pero aun así regresan porque tienen la opción de poder volver a intentarlo, pero desgraciadamente no es el caso de la mayoría. Los más seguirán lejos de sus familias, de sus ciudades, de amigos de la infancia haciendo lo que deberían estar haciendo en su país, ayudando en otras lenguas y en otros entornos no porque lo hayan elegido sino porque no tienen más remedio.
Ya con la mudanza hecha mi hija y yo hemos paseado por York disfrutando de sus calles y parques y el siempre agradable trato inglés. Estamos de vuelta a casa, espero que esta vez sea para quedarse.