¿Te has sentido alguna vez identificado con las expresiones “predicar en el desierto” o “arar en el mar”? Seguro que sí, a todos nos ha pasado que nos preguntemos ¿para qué hago esto si mi entorno no se entera?
Te cuento una historia real que me acaba de ocurrir.
Estoy muy orgullosa de mis casi 2000 suscriptores, gente que en algún momento quiso recibir mis noticias y fueron tan generosos que me entregaron su correo electrónico. Cada vez que publico algo les mando un aviso a su bandeja de entrada. Algunos, no todos, leen mis post o ven mis vídeos alguna vez, cosa que me pone muy contenta, más aún si dejan sus comentarios.
Ahora bien, también cada vez que hago eso hay quien me informa de que no quiere seguir recibiendo mis noticias. Suelo revisar si se trata de gente que una vez se descargó mi ebook gratis sobre Los 5 errores más frecuentes en Protocolo o la lección gratuita sobre Cómo vencer el Miedo Escénico y nunca más abrieron mis mensajes, o por si lo contrario son de los más o menos fieles.
«No encuentro dónde aplicar tus propuestas»
La semana pasada uno de los muy fieles me pidió que no le enviara nada más, no pude evitar preguntarle porqué, si ya se había hartado de mis historias, si le resultaba invasiva,… fue un encanto y me respondió rápidamente lo siguiente: “Para nada Elena, me gustan mucho tus temas y tus modales. ¿Sabes? vivo en el interior del país y a veces siento… Por esta parte del mundo tenemos los dichos «predicar en el desierto» y «arar en el mar». No encuentro donde aplicar tus propuestas y también me siento algo vacío. Tal vez sólo sea una mala racha”.
Me dejó pensando… ¿cuántas veces nos-me he sentido así? Hablar de protocolo en un mundo cada vez más zafio, buscar la elegancia si trabajamos desde casa y solo nos cruzamos con nuestros familiares, si nos ven (a veces ¿no crees ser transparente?). Aplicar la escucha activa ¿con la cajera del supermercado o el compañero de trabajo maleducado?
¡Por supuesto! Lo tengo clarísimo, creo firmemente que la amabilidad, la educación, el saber vestir o comportarse, comunicar con eficacia,… a quien más beneficia es a uno mismo pero también al entorno. No estoy predicando en el desierto (al menos eso creo).

Si repartimos sonrisas recibimos sonrisas, si aplicamos las sencillas reglas del protocolo social regalamos atención y educación que revierten en el ambiente general. Si cuidamos nuestro aspecto aumenta nuestra estima y seguridad.
Mi madre que ha trabajado toda la vida desde casa, es pintora, siempre llevaba y lleva, a pesar de su avanzada edad, la manicura y el cabello perfectos y un maquillaje sutil aunque haya días que no pise la calle ni espere visitas.
Todo es Comunicación y Actitud
Quizá este fue uno de los motivos que me animaron a escribir un blog hace ya casi 5 años: intentar transmitir el gran poder de nuestros actos y actitud para con los demás y con nosotros mismos. Cortesía, armonía, comunicación, encontrar la propia imagen, cuidar nuestra marca no siempre enfocada a nuestra profesión pero sí en sintonía con nosotros mismos.
¿Tengo razón o existen situaciones que la realidad se impone implacable? ¿Soy una ingenua? Cuéntame si alguna vez te ha sucedido lo mismo o qué piensas al respecto. Me alegra mucho.
Espero que mi querido ex suscriptor esté pasando una mala racha y vuelva, ya no a mi blog, sino a dejar de pensar que predica en el desierto. Hasta en el páramo más desolado hay dos oídos atentos, los nuestros y ¡quién sabe cuántos más!
¿Nos vemos a la próxima? Por aquí estaré, predicando.
Muy bueno Elena
¡Gracias Diana!
Nunca pensé que le pasará a más personas y es reconfortante saber que hay respuestas a interrogantes del otro lado del charco jajajaja, gracias por tus blogs y videos me ayudas a tener otra visión y aunque eso a veces no parezca ayudarme en mi vida cotidiana me ayuda personalmente, gracias Elena.
Me alegra saber que a alguien le sirven las cosas que cuento ¡Mil gracias Emiliano!
Estimada Elena
No creo en absoluto que estés arando en el mar; tus interesantes consejos sobre protocolo, comunicación, imagen personal, etc. son muy útiles para la superación personal de uno mismo, lo que impacta en los que nos rodean, a mi me son muy útiles y espero seguir recibiéndolos por mucho tiempo.
Gracias y un fuerte abrazo desde Lima, Perú
Agradezco tus palabras Jorge. Al final considero que los más beneficiados de cuidar nuestra comunicación y nuestra marca somos nosotros mismos. Si al mismo tiempo los que nos rodean también salen ganando ¿para qué pedir más? Un beso grande.
kaixo Elena!
Muchas veces me pregunto como hubiera sido una misma situación si hubiese elegido estar de mal humor en lugar de sonreir, que es lo que hago habitualmente.
Es cierto que las emociones se contagian asi que yo elijo contagiar alegría y no enfado, elijo sonrisas y no ceño fruncido. Elijo dar muxus y abrazos y no porque los quiera de vuelta, sino porque quiero darlos.
Creo que recibes lo que das pero no hay que esperar nada a cambio
Feliz semana¡ Feliz todo¡
Querida Iratxe, estoy segura de que estar cerca de ti tiene que ser un gustazo. ¡Sigue asi! Muchas gracias y buenos vientos ☺
Hola Elena,
Muchas gracias por reafirmar y continuar insistiendo. Personalmente, lo agradezco muchísimo, no siempre actuo consciente y paso por alto aspectos que tengo que cuidar.
Sí a la educación, sí a la amabilidad, sí a las sonrisas y sí a la comunicación eficaz.
Gracias por continuar y buenas vacaciones.
Tu tocaya
¡Pero qué linda eres tocayita! Gracias una vez más. ¡Muack!
Elena hasta en el desierto hay Oasis!! solo que hay que buscarlos…. si queremos prosperidad, felicidad y paz requiere un esfuerzo de nuestra parte y muchas veces la gente no le interesa crecer y mejorar. tu continua con tus escritos que a nosotros si que nos interesa
Querida Mely, todo esfuerzo resulta algo «incómodo», pero como bien dices si queremos mejorar tenemos que poner algo de nuestra parte. Sin embargo no sé si resulta pretencioso de mi parte insistir en lo que para mí es importante e igual no lo es para los demás. De todos modos me encanta que te interese lo que cuento. Un honor tenerte entre mis seguidoras 🙂
Hola Elena. Con seguridad puedo afirmar que tu labor a través de este blog no es una prédica en el desierto. Soy uno de los que te sigue por el beneficio personal que cada uno de los temas que nos presentas, puede generar en nosotros.
Saludos desde Colombia.
¡Gracias Felipe! Un abrazote desde este lado del mar.
Tú al menos Elena, tienes en mí un lector y capturador de valor que siempre busca crecer. Sé sin duda alguna que, de tus seguidores, seguro también has aprendido al menos algo.
Saludos desde Chile.
¡Por supuesto Adolfo que aprendo de mis seguidores! De hecho me encantan vuestros comentarios porque siempre me dan otro punto de vista en el que no había caído. ¡Ojalá me comentaran más! Muy agradecida de tus palabras y te mando saludos de vuelta 🙂
Muy interesante, Elena. «Por favor», «señores» (o «señoras»), «gracias» y «usted perdone» siempre me han abierto puertas. Y, por supuesto, para vestir, «donde anduvieres, haz lo que vieres», esto es, como corresponda en cada caso. No por quedar bien, sino por corresponder, por estar en sintonía.
Curioso que algo tan evidente se pase por alto demasiadas veces ¿verdad? Sigamos buscando la armonía y la sintonía con los que nos rodean. Una abrazote querido amigo.
Puedo asegurar que no paso una «mala racha», o sí, vaya usted a saber (como ya dijera uno de tus fieles); más bien la experiencia y los años me hayan hecho ser mucho más realista. Yo, que me precio de manejar, mis emociones, y que comunicativamente jamás he tenido problemas (ya una psiquiatra me dijo: «se le entiende todo; y es más, muchísimo más que al común de los mortales»), pienso que no siempre valen ni la formación, ni la educación, ni los buenos modales. En muchísimas ocasiones, todo ello lo que aporta son ¿envidias? (es lo más fino que se me viene a la mente); y éstas, matan. Si no estamos ante una organización, o un grupo que cree, quiere creer y se precia por ello, poco o nada podremos hacer. Ya los gurús en materia de calidad han llegado a la conclusión (tras años de postular lo imposible) de que es inviable tratar de implantar un sistema de calidad (en todos los órdenes) a una organización en la que sus dirigentes (el núcleo crítico) no están convencidos por sí mismos. El trabajo hay que traerlo hecho de casa; cuando te topas con personas para las que lo principal en el mundo social y laboral no es otra cosa ni la hay que su propio yo y sus intereses, ¡apaga, y vámonos!.
En unas jornadas hace años, en la Escuela de Organización Industrial, se debatía (todo el aforo lleno de flamantes directores y directoras de rr.hh.) sobre encontrar y saber retener el valor añadido de las personas trabajadores de sus organizaciones. Pues bien, les hice una pregunta tan simple como: «¿cómo pueden los candidatos saber elegir a organizaciones que le aporten valor añadido a ellos?». El silencio, seguido de murmullos, fue atronador.
Mi experiencia, preguntabas por ella, es que bastantes veces he pasado por «gili******» (con perdón). Echada la vista atrás, cuánto tiempo me hubiese ahorrado y cuántos sinsabores si hubiese «abandonado» antes. Es duro decirlo; estando contigo en que cultivar produce cosecha, no siempre el terreno que nos rodea es proclive a esa actividad tan loable. Hay mucho terreno, que por secarral (mira, mira, «el desierto»), o por el fango, la semilla se pierde.
Me quedo con el terreno personal de las afecciones; si sales a campo abierto, sin una buena póliza de seguros (con el apoyo de los líderes o dirigentes; o de una posición extraordinaria de privilegio -en ocasiones el dinero lo facilita-), es muy pero que muy probable que sucumbas (hasta la más la más fina de las ironías no vale para los humildes).
Uf Pierre… te veo algo pesimista. Es cierto que nos encontramos con situaciones que mejor ni intentarlo, pero quiero creer que en mi caso concreto el esfuerzo, en el peor de los casos, redunda en uno mismo. Si no lo creyera así hacía mucho tiempo que hubiera abandonado este blog. Gracias por tu profundo comentario, un placer tenerte por aquí.
Querida Elena, qué oportuno este artículo. Como sabes publico mi revista digital, por ahora sin pretensiones, pero ahí está. Mi falta de dominio sobre el control sobre la audiencia hace que me pregunte si alguien la lee, si bien es cierto que recibo algunos «like» (creo que es demasiado fácil hacer like sin leer o escuchar algo). Esa sensación provoca momentos de indiferencia, de ganas de dejarlo… La información llueve a raudales y es muy difícil retener algo. ¿Has probado coger una sola gota de agua con la boca en un día lluvioso? El exceso provoca fugacidad, y para retener se necesita enfoque, silencio, quietud… Besazo enorme, Elena.
¡Cuánta razón Juan Antono! Qué difícil es saber si lo que ofrecemos interesa. En mi caso me satisface enormemente encontrarme con seguidores como tú que sé que me leen y siempre tienen algún comentario interesante que aportar. Por ello te doy doblemente las gracias.